martes, 20 de marzo de 2018

Cómo cuidar mi Salud Mental durante el embarazo

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Durante el embarazo llueven los consejos, de conocidos, desconocidos, especialistas, no especialistas, personas que hablan desde la experiencia y otros que nunca han vivido este proceso. No pretendo sobrecargarte con más información del tipo "qué debes hacer y no hacer", sino que compartir contigo recomendaciones para que tu embarazo sea una experiencia positiva y saludable desde el punto de vista psicológico.


Cada embarazo es distinto, y en él influirán muchas cosas, desde lo que comas hasta cómo te sientas ("sentir" o "sentar"). No es necesario que cada respiro que des ni cada movimiento que hagas esté justificado en función de tu embarazo, no es la idea que esto ocupe el 100% de tu cabeza, pero sí es importante que lo consideres. Una buena forma de estar más tranquila con estos factores es darte cuenta de cuáles pueden influir de forma positiva (factores protectores) y cuáles de forma negativa (factores de riesgo). 

La idea de acercarnos al bienestar emocional es para garantizar una vivencia de embarazo lo más positiva posible y disminuir la probabilidad de riesgo en la salud de la madre como la del bebé. No es necesario tener una lista completa de factores protectores y vacía en factores de riesgo para garantizar esto, como el que tengas factores de riesgo tampoco implica necesariamente que esté en riesgo tu salud y la de tu hijo. La idea principalmente es la de hacernos conscientes de qué cosas, circunstancias o decisiones nos podrían alejar o acercar al bienestar durante el embarazo, reduciendo al mínimo las probabilidades de malestar psicológico, e incluso físico.


¿Cuáles son los factores que me alejan del bienestar?

Antes de ir a estos es importante que sepas que no todos estos factores están en nuestro control, muchos son fortuitos y no podemos cambiarlos. Un ejemplo de esto es la cultura, nuestro cuerpo o nuestra historia familiar. A pesar de esto, sí podemos aumentar nuestra consciencia de cómo influyen en nosotros y compensarlo con el aumento de los factores protectores, que veremos más adelante.

Uno de los factores que más influye en el malestar psicológico es el aislamiento social. Esto se traduce en la falta de apoyo del entorno, una baja interacción social y pocas redes. Durante esta etapa es muy importante que no te sientas sola y que puedas apoyarte en las personas más cercanas. 

La falta de apoyo de la pareja, lo cual también se relaciona con el punto anterior, como el aumento de conflictos con el padre del bebé, o que el embarazo no sea deseado, aumenta el estrés durante este período potenciando al mismo tiempo el aislamiento, o la percepción de tal. 

Si bien, haber tenido anteriormente una depresión u otro trastorno mental, como el estar cursando al mismo tiempo uno, es un factor de riesgo, pero lo que lo transforma en tal es el cómo lo manejamos. El tener historia previa con un trastorno puede aumentar las posibilidades de una recaída posteriormente, como no. Y si ese fuese el caso, será muy importante que lo trates (transformando la situación en un factor protector, al recibir atención y manejo adecuado de la situación). Si decides no hacerlo estarías potenciando el factor de riesgo. Es importante considerar que el abandono del tratamiento pone completamente en riesgo tu salud mental, lo que también se traduce en un aumento del riesgo para tu bebé. Como trato de explicarte, más que aparezca o exista un trastorno, lo que convierte este punto en factor de riesgo es el no buscar ni recibir tratamiento adecuado.

Diversos estudios asocian como factor de riesgo la baja motivación por el autocuidado de la madre. Por ejemplo, abandonar los chequeos prenatales o no seguir las indicaciones médicas, el alimentarse mal, consumir alcohol o drogas, abandonar tratamientos, entre otros. A esto también se suma el exponerse voluntariamente a situaciones de riesgo, o no recomendadas para embarazadas. El no cuidarte claramente influirá en tu cuerpo como en tu estado de ánimo, pudiendo incluso aumentar el estrés y el malestar durante este período, poniendo al mismo tiempo en riesgo al bebé.

Si bien, experimentar situaciones traumáticas o violentas es un factor de riesgo, éste se activa o disminuye dependiendo de cómo se maneje, o del apoyo que recibamos o busquemos. Un ejemplo de estas situaciones pueden ser el vivir un terremoto, la pérdida de un familiar o amigo, o incluso el sufrir violencia intrafamiliar o ser víctima de un robo. 


¿Qué factores protectores me acercan a un embarazo con mayor bienestar?

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